El xenomorfo acechaba en las sombras, buscando su próxima presa. Con sus afiladas garras y su mordida letal, era una criatura formidable en busca de alimento. Sus brillantes ojos amarillos escaneaban el entorno en busca de cualquier movimiento. Su instinto depredador estaba completamente activado, listo para atacar en cualquier momento.
Se deslizaba silenciosamente por los pasillos, su cuerpo viscoso y resbaladizo le permitía moverse con agilidad. Podía percibir el miedo en el aire, las presas sabían que estaban en peligro y trataban de ocultarse desesperadamente. Pero el xenomorfo era un cazador experto, capaz de encontrar incluso al más hábil de sus oponentes.
Finalmente, localizó a su presa. Con un rugido gutural, se abalanzó sobre ella con una ferocidad inigualable. La lucha fue breve y brutal, la presa no tuvo oportunidad contra el poder del xenomorfo. Alimentado y satisfecho, el alienígena se retiró a las sombras, listo para acechar nuevamente en busca de su próxima presa.
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